Anyeli vivió desde pequeña en las tomas de Alto Hospicio. Era hiperactiva y le gustaba mucho el deporte, junto al amigo que le habló de En La Cuerda “pasaban horas mirando videos de acróbatas y del Cirque du Soleil”.
En 2008, empezó a asistir dos veces por semana a los talleres de En La Cuerda. “Lo primero que vi fue el trapecio y las colchonetas. Para mí fue muy impresionante. Ahí me enamoré del trapecio”, cuenta. Al poco tiempo, la invitaron a formarse como monitora, emprendiendo un camino de aprendizaje al mismo tiempo que enseñaba otros.
Durante una década fue una de las profesoras más entrañables de En La Cuerda. En esos años era la única mujer del equipo y muchos las recuerdan por eso. Para ella es innegable el impacto de En La Cuerda para la comunidad y también su rol como semillero de artistas.
“Es un proyecto ubicado en una comuna con alta vulnerabilidad, donde no existen actividades deportivas, recreativas, ni culturales para los niños y jóvenes. Además, se trata de circo, que te maravilla, impresiona y sorprende”, apunta.
Para Anyeli el circo social ha sido su mayor pasión y, luego de un breve receso, ha continuado trabajando con sus maestros, Pancho y Kanatrán, haciendo lo que más le apasiona: transmitir la experiencia mágica del circo.